La finalidad de una lavandería hospitalaria es procesar ropa contaminada para convertirla en ropa limpia e higienizada, eliminando cualquier riesgo de infección. Para lograrlo, su diseño y funcionamiento se basan en tres principios irrenunciables.
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Separación de Fases: Cada etapa del proceso (lavado, secado, planchado) debe ocurrir en zonas físicamente separadas para evitar la contaminación cruzada entre ellas.
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Principio de Marcha Adelante: Este es el concepto más importante. La ropa debe seguir un flujo de trabajo unidireccional, avanzando siempre desde la zona sucia hacia la zona limpia, sin retrocesos ni cruces. La ropa limpia y la sucia nunca deben entrar en contacto.
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Racionalización de Espacios: El diseño debe optimizar el espacio para la maquinaria, la circulación segura de carros y la comodidad del personal.
El servicio de lavandería se coordina con otros departamentos clave como el Departamento de Enfermería (para la recogida y reparto) y el Servicio de Medicina Preventiva, que vigila las condiciones higiénico-sanitarias de toda la instalación y la salud del personal.